Cutanda, actualmente integrada en el municipio de Calamocha, bien merece una sosegada visita. El casco urbano está rodeado de un característico paisaje agropecuario, formado por amplios campos de secano y extensas lomas cubiertas de matorral. A sus pies, corre el arroyo de la Cerradilla, cuyos antiguos huertos ceden cada vez más terreno a la vegetación de ribera. Mayor entidad tiene el río Pancrudo, que discurre por la parte meridional de su antiguo término municipal, regando una estrecha pero fértil vega. Este curso fluvial se fue encajando en los yesos y las calizas terciarias, de forma que lo que en el entorno del pueblo se percibe como suaves lomas, aquí se convierten en pequeñas sierras, seccionadas por profundos barrancos.

El paisaje rural tradicional de Cutanda es heredero de la repoblación aragonesa, organizada por la Mitra de Zaragoza varias décadas después de la histórica batalla. Pero en este territorio también perduran huellas de paisajes precedentes, como el andalusí.Una interesante evidencia es el Castillico de Cervera, situado en un pequeño espolón sobre la vega del río Pancrudo; su torre rectangular, de grandes dimensiones, conserva 4 metros de altura; fue construida con sillarejo y fábrica encofrada de piedra y mortero de yeso.
Ya de época cristiana, destaca la ermita de San Juan Bautista, que se encuentra al pie del castillo. Este templo gótico, cubierto parcialmente con bóveda de crucería, debió ser la primigenia iglesia de Cutanda. Fue reformado en 1675, medio siglo después de la construcción de la nueva parroquial, dedicada a la Asunción (finalizada hacia 1624-1627). Este último edificio, de cantería y ladrillo, posee tres naves cubiertas con bóveda de cañón y crucero con bóveda vaída. Su portada está presidida por el escudo del arzobispo Juan de Peralta, que nos recuerda que durante más de seis siglos el municipio perteneció a la Mitra de Zaragoza. Y a sus pies se encuentra la torre campanario, en la que no faltan detalles decorativos mudéjares. El templo conserva una interesante colección de orfebrería, además de un retablo gótico dedicado a San Juan Bautista, procedente de la primitiva parroquial.
En el siglo XVII también se edificó la antigua Casa Consistorial; sigue el esquema habitual de las casas concejiles aragonesas de Edad Moderna, con una lonja de tres arcos en su planta baja, actualmente tapiados. La intensa actividad constructiva de dicha centuria queda también reflejada en la ermita de San Vicente, erigida a finales de la misma; y en una parte del completo repertorio de peirones, recientemente recuperados, que jalonan todo el territorio. Pero el patrimonio inmueble cutandino es todavía más amplio, como lo demuestra la fuente (construida en 1568), además de buenos ejemplos de arquitectura popular dispersos por todo el casco urbano.